Son 10 canciones en total que nos demuestran por qué él es uno de los artistas más innovadores y sensibles a la vez.
“Dos años haciendo esto. Cada palabra, cada sonido de este disco: te los regalo”. Con una nota manuscrita, LOUTA presentaba así “Un instante”, su nuevo disco (al cual podríamos considerar, tranquilamente, un manifiesto de sensibilidad materializado en 10 canciones).
LOUTA es un artista inquieto, innovador, profundo. Y este álbum suyo combina géneros como el pop experimental, la cumbia, la salsa, la electrónica, el art-pop y los ritmos urbanos, con letras que oscilan entre lo introspectivo y lo generacional.
La búsqueda artística de LOUTA -ese constante corrimiento del borde- se mantiene intacta, pero aquí encuentra nuevas formas, nuevos climas y nuevas capas de profundidad. Él mismo lo puso en la carta que abrió la previa de este lanzamiento, en un posteo en sus redes sociales: “ (…) Tanto la música como todo. Aunque no sea una charla ida y vuelta, seguramente, con quien escuche este disco sea con quienes haya tenido el diálogo más profundo que tuve en mi vida”.
Desde su irrupción en la escena en 2016 con su primer disco homónimo, LOUTA (alter ego de Jaime James) ha desafiado cualquier intento de clasificación. Su segundo álbum Enchastre (2018) y el aclamado 2030 (2020) lo consolidaron como un referente del cruce entre música, teatro y artes visuales. Con una propuesta siempre inquieta y vanguardista, su obra fue celebrada tanto por el público como por la crítica, en escenarios nacionales e internacionales.
En Un instante, esa identidad camaleónica se expande: las canciones nacen de una visión artística integral, en la que cada detalle -desde el diseño sonoro hasta la estética visual- responde a una misma pulsión. LOUTA no teme la intensidad ni la transformación: la abraza, la explora y la comparte. Un ejemplo claro es “No sé quién sos ”, el único adelanto del álbum y también la única colaboración, nada menos que con Bizarrap. Ambos artistas se corren de sus fórmulas conocidas para crear juntos una pieza que funciona como himno emocional de una nueva etapa. El videoclip, dirigido por el propio LOUTA, retrata a los protagonistas como muñecos que cobran vida en una narrativa visual tan lúdica como simbólica.