Si hay alguien que nunca pasa desapercibido ese es Dillom. Le sale natural, sin esfuerzo: él llega y todo cambia. Por eso su paso por Quilmes Rock fue uno de los destacados de la primera jornada.

^{✎ Cecy Díaz}

Disparar un “soy el rock” y no quedar como un boludo es algo que muy pocos pueden hacer. Uno de ellos, sin dudas, es Dillom.

Cada vez que se sube al escenario sirve espectáculo (en el sentido más completo de la palabra). Tiene una banda de guitarra, bajo y batería con estética entre metalera y dark. Maquillajes tipo Ozzy, cadenas en los cuellos, pelo largo y un dress code total black que -lejos de ser algo para convertirse en invisibles- marca personalidad y autoridad.

Las canciones son como ellos: oscuras y poderosas. Se habla de desamores y soledades pero no como lo podría hacer cualquier artista pop sino desde asumirse parte del monstruo que genera todo el dolor, desde un lugar desgarrador que está 100% alejado de una victimización. Escuchar la obra es nacer por cesárea después de haber muerto, literal.

¿Y cómo se vive abajo del escenario? Todo es adrenalina infrenable. Lo que genera es algo que sólo se exorciza en pogos furiosos. Ahí es cuando nos damos cuenta que lo de Dillom no es postura ni estética para vender discos (que, no está demás aclarar, los edita desde un sello independiente del cual forma parte: Bohemian Groove).

Su obra incomoda a gente que entiende el rock como una foto en blanco y negro, que no se mueve de las bandas de género, que piensa tener un gusto más elaborado pero termina siendo fan de bandas standards y que (por tipo de hits radiales que metieron y manera en que producen sus discos) son más pop de lo que se imaginan (y que les gustaría).

Callado como Charles Chaplin, va a terminar como Janis Joplin: una pieza fundamental para el rock argentino. Por eso cuando Dillom dice “soy el rock” no queda como un boludo. Por eso cuando libertarios salen a inventar un comunicado para hacer creer que la libertad poética en una canción lo dejará afuera de un festival de rock los que quedan como unos boludos son ellos.

Aguante Dillom. Y larga vida al rock.