Realismo mágico argentino

Dueña de una potencia que la empuja a reinventarse, buscar nuevos desafíos y, a la vez, tener claro los orígenes que la nutren y definen, Soledad Pastorutti celebrará su trayectoria con una gira que comenzará el 5 y 6 de abril en el Gran Rex.

Sergio Arboleya

Entre el vendaval que levantó en las peñas de Cosquín en el verano de 1995 con apenas 14 años, su debut profesional en noviembre de esa temporada en Escobar y el estreno arrasador –el 26 de enero de 1996- en el escenario Atahualpa Yupanqui del Festival Nacional de Folclore de esa ciudad cordobesa donde reina desde entonces, la artista superó varios desafíos a partir de tan temprana revelación.

Nacida en Arequito el 12 de octubre de 1980, ha sabido crecer y desarrollarse frente al público sin morir en el intento, una cualidad que bien podría ser el primer reto atravesado con éxito, pero además La Sole surcó ese período de tiempo pasando del grito al matiz, de niña a mujer, de revolear el poncho a una sensualidad sutil, de ser un fenómeno a sostenerse como una artista hallando su color, su calor, su riesgo.

Parte fundante de una de las tantas oleadas de la “renovación” del folclore, fue desde mediados de los ’90 junto a Luciano Pereyra, Los Nocheros, Abel Pintos y Chaqueño Palavecino, integrante de un movimiento de una masividad que impulsó el acercamiento de público joven al género aunque aquel repertorio no goce de prestigio.

“El folclore de los ‘90 generó una revolución que llenaba estadios en todos lados pero no hay mucha gente que lo valore y que hable de ese momento, lo pasan por alto como si no hubiese existido, como si una parte de la historia no quisiera contarse”, se quejó ante este cronista durante una entrevista realizada en junio de 2023.

Pese a esa pertenencia estética y generacional que sigue revindicando, supo vincularse con figuras prominentes de otras estéticas de la cultura autóctona y cantó, tocó, grabó o compartió escenarios con Mercedes Sosa, Jorge Fandermole, Raly Barrionuevo y Chango Spasiuk, entre más.

Pero, además, Soledad no tuvo empacho en trajinar desde aires latinos a rockeros e internacionales y allí encontrarse con personajes de la talla de Lila Downs y Niña Pastori (con quienes asume el proyecto “Raíz”), Carlos Vives, Emilio Estefan, Nico Cotton, Los Palmeras y Lali y Natalia Oreiro (para reunirse en torno a la canción “Quiero todo”, de 2022), por citar apenas algunos de esos cruces.

En charla con un servidor en octubre de 2020, antes de un recital por streaming en esos tiempos pandémicos, puso en palabras esa vocación inquieta y sostuvo: “La gente me dice ‘no cambies nunca’ y lo que yo quiero es cambiar. Aunque me cuesta mucho arriesgar porque tengo un público cautivo desde hace muchos años que valora mi lugar en la música popular argentina, las cosas aunque no las quieras cambiar, cambian igual”.

Esa pulsión camaleónica impide creerle cuando al presentar “Natural” (2023), su 19° y más reciente álbum donde abordó un folclore elegante y reposado, advirtió: “Siento que encontré una estética en la música y en la sonoridad, que, creo, me va a acompañar de aquí en más toda la vida” y, también en la misma línea, añadió: “Yo no sé ni siquiera cómo explicarlo porque siento que no tiene la pretensión de ser el típico disco comercial que va por los caminos normales sino que estamos yendo por la colectora”.

Dispuesta a celebrar un aniversario importante que dé testimonio de un tránsito y una vitalidad que en estos años incluyó desempeñarse también como actriz y presentadora de televisión, Pastorutti asume a tiempo completo la determinación de ir dejando registro de sus deseos, aspiraciones y logros en un abanico profuso y diverso desde donde se erige como una estrella nativa del firmamento musical argentino. 

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