The Lemon Twigs tuvo un debut magistral en suelo argentino ante un Niceto repleto.
✎ Daniel Bajarlía
De pronto, Niceto se volvió pastoral. Aunque son oriundos de Nueva York, The Lemon Twigs trajeron al suelo porteño la brisa de California de la mano de su pop barroco de coros perfectos. Casi que se podía oler la sal del Océano Pacífico cuando sonaron los primeros acordes de “My Golden Years”, tema que abre su último álbum, el recomendado A Dream Is All We Know.
El set de los hermanos Brian y Michael D’Addario se centró en esta última placa y en la anterior, Everything Harmony, en las que tras casi una década al ruedo lograron encontrar su sonido definitivo, con influencias marcadas de The Beatles, The Beach Boys, The Byrds, The Left Banke, Big Star y bandas de bubblegum pop como The Monkees y 1910 Fruitgum Company. En definitiva, The Lemon Twigs hacen una relectura de todo el pop de guitarras que proliferó en los ‘60, de la misma forma que hicieron las bandas alternativas de los ‘80 -en especial las del Paisley Underground-, con el jangle pop. A falta de nuevas etiquetas, el dúo entra en todos estos subgéneros que la prensa especializada ha creado a lo largo del tiempo y que básicamente se pueden resumir en rock retro para disfrutar (con mayúsculas) con padres y abuelos.
De hecho, el mayor referente de The Lemon Twigs es su progenitor, Ronnie D’Addario, un músico de culto que formó parte de la banda del poeta de folk irlandés Tommy Makem y que en los ‘70 desarrolló una carrera en solitario reivindicando la música de la década anterior. Es sorprendente observar cómo sus hijos replicaron su estilo y lograron traerlo al Siglo XXI.
En vivo, el dúo se amplía con el bajista y tecladista Danny Ayala y el baterista Reza Matin -que toca el bajo cuando Michael quiere sentarse detrás de los parches- y las voces se armonizan a la perfección para que las canciones suenen con todo su esplendor. Esos arreglos vocales eran comunes en la época de The Beach Boys y The Monkees, pero hacía décadas que no aparecía un grupo que pudiera cantar a ese nivel.
La perfección de sus últimos dos discos hizo que apenas repasaran pocos temas de sus primeros trabajos -entre ellos el single “Foolin’ Around”, interpretado en vivo apenas un puñado de veces-, algo que poco pareció importarle al público, que se mostró exultante en todo momento. Después de todo, pocas veces está la oportunidad de ver en vivo a una banda en su mejor momento. Allí se encuentran The Lemon Twigs, que parecen no haber llegado a su techo. Al contrario: como lo demuestran sus dos últimos álbumes y los inéditos “I’ve Got A Broken Heart” y “You’re Still My Girl” que presentaron anoche, están viviendo un nuevo comienzo, que no reniega en absoluto de sus orígenes, sino que refuerza sus puntos más altos como compositores.
Tras una expeditiva hora y diez, los hermanos D’Addario se despidieron con “Mother’s Little Helper” de Los Rolling (seguramente alguien les dijo que Buenos Aires es la capital de la Patria Stone), “How Can I Love You More?” y “I’ll Feel A Whole Lot Better” de The Byrds. Es probable que también les hayan señalado que acá Charly García la convirtió en un himno y, por la reacción de la audiencia, confirmaron que la Argentina tiene un vínculo especial con esa canción, con todos cantando a la par de ellos, pero en español.
Afuera, otra vez se sintió el frío otoñal, pero en las almas que fueron a Niceto había un calorcito especial. The Lemon Twigs habían cobijado a todos con el manto veraniego de su música y, por un momento, en Palermo pudo escucharse el sonido del mar.