La tercera edición del festival Music Wins reunió a Massive Attack, Primal Scream, Tash Sultana y Yo La Tengo junto con los nombres más importantes del indie local, como Winona Riders y Camionero
✎ Daniel Bajarlía
Sí, obvio, es un cliché decir que la música ganó en el Music Wins, pero también es faltar a la verdad no afirmarlo. Porque es cierto: la música fue la gran protagonista de la tercera edición del festival, tras nueve años de ausencia. Como productora independiente, Indie Folks logra organizar este evento de forma esporádica, cuando se alinean los planetas y bajan a Sudamérica muchos artistas de culto, de esos que consume el público melómano que encuentra su hábitat natural en recitales donde la música -y no las lucecitas de colores, las pantallas y la pirotecnia-, es la protagonista.
El crecimiento de Indie Folks se vio reflejado en el line up del festival, que fue realmente un lujo: Massive Attack, Primal Scream, Tash Sultana, L’Impératrice, Yo La Tengo y The Whitest Boy Alive, más una selección de lo mejor de la escena nacional actual, con Winona Riders y Camionero a la cabeza. Como viene haciendo hace años, la productora salió al rescate de los gordos indie y, a falta del Primavera Sound, se puso al hombro la reunión de todos estos artistas en una sola jornada en Mandarine Park.
Massive Attack pisó por tercera vez el suelo argentino. A quince años de su última visita, el dúo de Bristol conformado por Robert “3D” Del Naja y Grant “Daddy G” Marshall, desplegó un show de alto voltaje político, lleno de consignas y críticas hacia los conflictos bélicos que aquejan al mundo, así como la pobreza, el cambio climático, el abuso de poder, el capitalismo y los peligros que traen las nuevas tecnologías. Los británicos aspiran a vivir en un lugar mejor y así lo dejan en claro acompañados por una gran puesta de escena audiovisual y una buena cantidad de músicos en vivo que demuestra que en el trip hop, aunque predominan los sonidos electrónicos, puede ser ejecutado con tracción a sangre, en especial las pistas de su clásico de 1998 Mezzanine, obra maestra del género, que no perdió un poco de su potencia original. Por si fuera poco, vinieron con los cantantes Horace Andy y Elizabeth Fraser, que fueron los que pusieron su voz a algunos de los hits del grupo, cómo “Teardrop” y ” Angel”.
Primal Scream tuvo su regreso triunfal al Music Wins. El grupo más maradoniano de Escocia participó de la edición anterior, pero esta vez trajo bajo el brazo un nuevo álbum, Comes Ahead, que es de lo mejor que hicieron desde, probablemente, Riot City Blues: una excusión al disco-funk y a una pista de baile vintage, anterior al house que pulieron en esa gran obra que es Screamadelica y de la que sonaron clásicos como “Loaded” y “Movin’ On Up”. Dejaron con ganas de más y por eso hoy repiten con un set completo en el Complejo C Art Media junto a Winona Riders, que mostraron el gran momento que están viviendo como abanderados del indie nacional. Concentraron todo su poder de fuego en una hora en el escenario principal, donde recorrieron su discografía y mostraron las canciones de su reciente lanzamiento, Quiero Que Lo Que Yo Te Diga Sea Un Arma En Tu Arsenal.
Al caer la noche, los franceses L’Impératrice pusieron a bailar a todos con su pop de discoteca y Tash Sultana trajo un poco de calma con su indie soul psicodélico con toques de reggae y R&B. Lo que hace la multiinstrumentista australiana sobre el escenario es impresionante: por momentos se enfrenta al público en solitario y va construyendo capas de música tocando cada instrumento, desde teclados hasta trompeta, saxo y flauta, valiéndose de samplers que crea en el acto. Cuando se suma la banda, su música se expande hasta límites inimaginables, en especial cuando se sumerge en profundos solos de guitarra.
Más temprano, The Whitest Boy Alive encendió los primeros grooves de la tarde. Erlend Øye siempre se las ingenia para venir a Argentina y en esta ocasión volvió por segunda vez con uno de sus proyectos más queridos. Por supuesto, sonó su último single, “Serious”, grabado en 2020 en Buenos Aires, cómo bien recordó el frontman. Todavía no sacaron música nueva, pero en vivo no necesitan más que el material de sus únicos dos discos y el intenso carisma de su cantante.
Pegados al noruego, Yo La Tengo irrumpió en el escenario principal. Tras el maravilloso concierto desenchufado del sábado en Deseo, y tal como había prometido el guitarrista Ira Kaplan, el trío de Hoboken se despachó con un set ruidoso a la orden del día (aunque también se dieron el gusto de hacer algunos temas acústicos como “Big Day Coming”), donde recorrieron parte de su último álbum, This Stupid World, y otros clásicos, porque sí, aunque nunca fueron un fenómeno masivo, su discografía está llena de canciones que merecen esa calificación (revisar, por ejemplo, “From A Motel 6″ y “Stockholm Syndrome”).
En un mundo dominado por el FOMO, donde parece que lo único que importa es estar y aparecer (y también parecer), todavía hay espacios donde la música importa. La tercera edición del Music Wins se centró en eso. No necesitó ni shows de luces ni drones haciendo piruetas para sorprender. Solo hacía falta un puñado de buenos artistas, músicos que a su manera rompieron las reglas en su momento y que le están pasando la antorcha a una nueva generación. Para los que dicen que hoy la música es mala, este festival demostró lo contrario. Hasta Erlend Øye lo grito desde el escenario: “¡Music Wins!”